Desde hace ya tiempo vengo trabajando en esa ruta de los hombrecillos azules que siembran la Senda Genaro, que da toda una vuelta al Embalse del Atazar, pues bien en una de esas esquinas del recorrido, exactamente el destino de la primera etapa Berrueco-Patones de Arriba, venía observando desde hace tiempo el diminuto cementerio del pueblo.
Está separado como un kilómetro a la izquierda del pueblo en una solitaria ladera, en la que espigan y marcan el territorio una serie de cipreses que levantan su cúpula hacia el cielo.
Estos días ya no me resistí más, y me acerqué a visitar el Cementerio, muy cuidado, pese a la lejanía y las malas condiciones de acceso.
Lo primero que llama la atención es que es un cementerio densamente poblado, muy igualitario en cuanto a sus tumbas, no hay nichos, y por tato todos los enterramientos son en tierra.
Otra de las cuestiones que me llamó la atención, fue que ni había ni panteones ni catafalcos, ni mármoles, todo como digo igualitario, enterrados en la tierra y un abultamiento que indica la dirección del enterramiento; todas las tumbas además miran al pueblo, salvo alguna que está en los laterales, con bonitas y trabajadas lápidas, el resto con los pies por delante mira al Este, cara al pueblo, es como si los muertos, hijos difuntos del terruño, lo vigilaran desde tan alto emplazamiento.
Se repiten los apellidos como no podía ser menos…
He aquí algunos testimonios gráficos de dicha visita
Vista del pueblo de Patones de Arriba desde el Cementerio
Textos y fotos@Victor Guerra
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