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domingo, 9 de mayo de 2010

MIGUEL DE MORAYTA SAGRARIO

Nuestra cainita memoria española cumple inexorablemente su función encumbrando sobre los restos de nuestros insignes,  no el espíritu de la “Comunne” sino el frentepopulismo, y bajo esos palios se quedan nuestros más firmes basamentos, ni los republicanos son capaces de ir más allá de la bandera UHP, quedándose en ocasiones con la migajas de la historia  olvidando que nuestra menoría histórica debe llegar a esos basamentos de  una revolución que nunca se produjo, pero ellos encarnaban la utopía de ese gran cambio..

Hasta mis propios Hermanos, los masones, en las escasa peregrinaciones cívicas que protagonizan no detraen del olvido a personalidades que supieron dar muestra de una gran valía sin parangón,  con herramientas como el consenso, la diplomacia, haciendo que todos tuviesen su hueco su espacio su que hacer ..  consiguiendo con ello algo imposible la unión de la masonería como logró  Miguel Morayta .

Miguel Morayta,  logra que la disparidad de Orientes y Grandes Logias que había producido la masonería en el siglo XIX, a finales de este,  y ya para todo el periplo que va desde 1900 hasta 1936 la masonería trabaje bajo una sola denominación Grande Oriente Español (GOE), será una obra cumbre, en la que dejó espacios, pasillos para que todos tuviesen su hueco en la gran obra, al revés de como se hace ahora con los corralillos masónicos de corte personal, donde el consenso es una herramienta que a veces e convierte en la más de las mortales armas para el degüello del adversario.
Morayta rompió con todo,  y supo hacer y  lograr , que todos trabajasen unidos bajo una sola organización, el GOE, había otras organizaciones como la Gran Logia Española.

Este Hermano masón al que muchos masones españoles ni conocen reposa en el cementerio de La Almudena, y tumba es sencilla y sin una triste flor  o el recuerdo de quien debiera velar por sus últimos vestigios , sus Hermanos Masones

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Tumba de Morayta en el Cementerio de La Almudena (Madrid)

Aquí les dejo con la reseña del Proyecto de Filosofía en Español sobre el Hermano Morayta:

Ideólogo espiritualista español, republicano federal iberista, anticlerical infatigable y adalid de masones, cómplice del secesionismo filipino, periodista y catedrático de Historia en la Universidad Central (desde 1868, primero de Historia de España, más tarde de Historia universal), nació en Madrid el 3 de septiembre de 1834, hijo de Justo Morayta Moreno y de Antonia Sagrario Fernández. Compañero de estudios de Emilio Castelar (1832) –de quien fue íntimo amigo y colaborador en la política– y de Francisco de Paula Canalejas (1834) –de quien se convirtió en cuñado al casarse éste con su hermana Rafaela Morayta Sagrario–, los tres fundaron en 1851, siendo estudiantes muy jóvenes, El eco universitario. En 1854, en nombre de los redactores del periódico El Pensamiento, respondió a una crítica que les había dirigido otro periódico, «A La Esperanza» (artículo que fue reproducido por algunos otros periódicos). En 1855 formó parte del grupo (con Manuel Gómez Marín, Francisco de Paula Canalejas y otros jóvenes) que, dirigido por Francisco Pí y Margall, publicó la revista política y literaria titulada La Razón (que dejó de aparecer con el golpe de Estado de 1856). Al licenciarse y doctorarse en la Facultad de Filosofía (sección de Literatura) de la Universidad Central, en 1856, fue inmediatamente nombrado profesor auxiliar de Metafísica (al año siguiente, en 1857, se licenció también en Jurisprudencia). En enero de 1857 colabora en el primer número del «periódico de literatura» titulado El Cubano, escribiendo sobre las Poesías de Plácido (Gabriel de la Concepción Valdés, mulato fusilado en 1844 por su implicación en la conspiración de la escalera):
Miguel
 Morayta Sagrario

Entre finales de 1859 y principios de 1860 fue uno de los impulsores de la obra periódica (ocho entregas al mes) Crónicas de la Guerra de África («por los señores Castelar, Canalejas, Cruzada Villaamil y Morayta. Gran publicación de lujo, ilustrada con grandes láminas autografiadas, hechas en el mismo campo de batalla por D. José Vallejo.»).

En octubre de 1861 figura como «editor responsable» en el primer número de la Revista ibérica de ciencias, política, literatura, artes e instrucción pública (cuya «Advertencia» inicial fue escrita por Francisco de Paula Canalejas, y su primer artículo, «Generación de los sistemas filosóficos», por Julián Sanz del Río). Los redactores iniciales de Revista Ibérica eran Francisco de Paula Canalejas (director), Ricardo Alzugaray, Miguel Morayta y Gregorio Cruzada Villaamil (secretario), y esa publicación quincenal se mantuvo ininterrumpidamente durante cuarenta y un números, los cursos académicos 1861-1862 y 1862-1863, siendo Miguel Morayta uno de sus principales animadores. Los dos últimos tomos de Revista Ibérica (desde enero a junio de 1863) añaden al título de la publicación el rótulo de «Órgano hispano-cubano». Esta revista fue numerosas veces retirada y censurada por la autoridad gubernativa y judicial.

«En febrero de 1865, tres años antes de que fuera expulsada definitivamente de España, la reina Isabel II tuvo el rasgo de ceder a la nación española las tres cuartas partes de la venta de los bienes de la Corona y a la villa de Madrid el Buen Retiro, para que fuese convertido en jardín público. Ante las crecientes protestas el general Ramón María Narváez, vuelto al poder en septiembre de 1864, había prohibido mediante una circular que los catedráticos expresasen ideas contrarias a la Corona y al Concordato de 1851, tanto en la cátedra como fuera de ella. 
Por lo que al publicar Emilio Castelar su famoso artículo («El rasgo», La Democracia, 25 de febrero de 1865), Antonio Alcalá Galiano, ministro de Fomento, ordenó a Juan Manuel Montalbán, rector de la Universidad, que le abriera expediente al objeto de destituirle de la cátedra que había ganado por oposición. Se negó el rector, por lo que fue cesado y sustituido por el moderado Miguel Baamonde, marqués de Zafra. El lunes 10 de abril de 1865 tomó posesión el nuevo rector, en medio de importantes disturbios estudiantiles que culminaron bañados en sangre, en la conocida como noche de San Daniel. Al día siguiente, en pleno consejo de ministros, fallecía de una apoplejía Alcalá Galiano; y Manuel Orovio, el nuevo ministro, una de las primera cosas que hizo fue suspender de empleo y sueldo como catedrático a Emilio Castelar. El día 20 de abril varios profesores auxiliares de la Facultad de Filosofía –Nicolás Salmerón Alonso, Miguel Morayta Sagrario, Valeriano Fernández Ferraz, Manuel María del Valle Cárdenas– renunciaron a sus cargos para no verse «en el compromiso de sustituir al ilustrado profesor», los tres primeros, y por «el estado de mi quebrantada salud», el cuarto; siendo admitidas el día 22 tales renuncias; y luego encausados Salmerón, Ferraz y Morayta por «abandono de destino, injurias graves y desacato a la autoridad». Francisco de Paula Canalejas fue nombrado sustituto interino de la cátedra de Castelar durante unos días, hasta que el 28 de abril se hizo cargo de ella José Campillo Rodríguez, quien hacía unos pocos meses había ganado la cátedra de Historia universal de la Universidad de Oviedo.

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«Leemos en El Reino de anoche: ‘Hoy se han despedido de sus discípulos los señores Figuerola, Canalejas, Ferraz, Salmerón, Valle y Morayta, que presentarán sus dimisiones. También se anuncia la del señor Mata y algunas otras.’» (El Lloyd Español, Barcelona, 23 de abril de 1865, página 3, columna 2.)

Pero pasada la tormenta, fue repuesto Morayta en su cargo de profesor auxiliar, y en 1868 ganó por oposición la cátedra de Historia de España de la Universidad Central. Tras el triunfo de la revolución de Septiembre ocupó Morayta el cargo de secretario de la Junta revolucionaria madrileña.

En mayo de 1870, representando al periódico La República ibérica, fue uno de los firmantes de una «Declaración» por la que la prensa republicana establecía cuatro bases doctrinales federales aplicadas a España, declaración que suscribían «Bernardo García, por La Discusión; Pablo Nogués, por El Pueblo; Luis Rivera, por Gil Blas; Andrés Mellado, por La Igualdad; Miguel Morayta, por La República Ibérica, y Miguel Jorro, por El Sufragio universal.»

En pleno sexenio revolucionario –pero con el italiano Amadeo I como monarca constitucional– fue elegido diputado por el distrito de Loja, circunscripción de Granada, en las elecciones de 8 de marzo de 1871 (4.112 votos sobre 9.767 votantes), 24 de agosto de 1872 (6.929 votos sobre 6.929 votantes) y 10 de mayo de 1873 (11.400 votos sobre 11.401 votantes). Proclamada la República fue secretario general del ministerio de Estado. Tras la restauración borbónica se mantuvo siempre entre las filas de los republicanos: entre los posibilistas primero, luego en el Partido republicano nacional y más adelante formando parte del directorio del Partido de fusión republicana.

A finales de 1875 se convocó en Orense un «Certamen literario en conmemoración del nacimiento del sabio Padre Feijoo», que había de ser fallado el 8 de octubre de 1876. Morayta presentó un estudio a este concurso, al que también concurrieron Emilia Pardo Bazán (a quien tras vueltas y revueltas le fue concedido el premio) y Concepción Arenal. Ante la demora en resolverse el concurso, Morayta prefirió retirar su trabajo, que le fue devuelto; texto que reaprovechó más de tres décadas y media después en el libro El Padre Feijoo y sus obras (Sempere, Valencia 1912).

Fue muy sonado su discurso inaugural del curso 1884-1885 en la Universidad Central, sobre «La civilización faraónica y las razones y medios en cuya virtud se extiende a tantas comarcas». Este discurso, ampliamente difundido por la prensa, y que le trajo el honor de ser excomulgado por varios Obispos de la Iglesia católica, dio lugar a curiosas revueltas estudiantiles en Madrid (agitación vinculada a «La Institución Libre y la Política»). «En este discurso, que se divulgó profusamente, sostenía que la cátedra es libre, sin más limitaciones que las que exija la prudencia, haciendo a la vez profesión de varias teorías materialistas, racionalistas y anárquicas, opuestas a la constitución del Estado» (aseguraba en 1918 la Enciclopedia Espasa, 36:941).

Activo masón, como Gran Maestre del Gran Oriente de España logró absorber algunos grupúsculos de las fragmentadas y despistadas organizaciones masónicas y, sobre todo, la fusión de esta «obediencia» con el Gran Oriente Nacional de España (del Vizconde de Ros) dando lugar, el 21 de mayo de 1889, al Grande Oriente Español, donde el M.·. Il.·. H.·. Miguel Morayta y Sagrario fue el primero en ocupar cargo de nombre tan sonoro como el de «Gran Maestro y Soberano Gran Comendador» (de 1889 a 1901, y más adelante desde 1906 hasta su fallecimiento en 1917).

Tras varios intentos infructuosos de volver a las Cortes españolas (tras haber sido diputado desde abril de 1871 a enero de 1874, representado a Loja), resultó electo por el distrito de Valencia en las elecciones de 16 de abril de 1899 (6.359 votos sobre 17.754 votantes), pero al abrirse las cámaras en junio de 1899, el Congreso discutió si admitirle en su seno, por su implicación, en tanto que Gran masón, en el proceso secesionista de las islas Filipinas, siendo defendido por Maura y otros leguleyos formalistas que argumentaban que debía respetarse la voluntad del pueblo elector antes que reconocerle como enemigo de España.
Miguel 
Morayta Sagrario

El 25 de junio de 1911 se funda en Madrid una Liga Anticlerical Española, con Miguel Morayta en la presidencia, Luis Morote como vicepresidente, Eduardo Ovejero de secretario, y Santiago Arimón, Augusto Barcia, Francisco Escola y Ricardo Villamor formando también parte de la Comisión ejecutiva como vocales. Esta Liga se proponía: «como fin remoto, separar para siempre los dos poderes, civil y religioso, ya separados en la conciencia de todo hombre culto, hasta llegar al completo laicismo de la vida civil.» La Palabra Libre. Periódico republicano de cultura popular (1910-1912) dirigido por Eduardo Barriobero, pasó a subtitularse en sus últimos números «Órgano de la Liga Anticlerical Española». Poco impulso público logró alcanzar esta Liga Anticlerical Española, institución que organizó el 22 de febrero de 1912, en el Ateneo de Madrid, una conferencia del senador portugués doctor Magalhães Lima (que fue publicada por el Gr.·. Or.·. Español), y poco más... ni siquiera Mariano de Cávia la tuvo en cuenta al glosar otras ligas coetáneas de moda:

Muy vinculado a la prensa fue director y propietario también de la La Reforma, La República Ibérica, El Republicano Nacional y El Republicano; utilizando el pseudónimo de «Felipe» como corresponsal de La Publicidad de Barcelona, desde su fundación. Falleció en Madrid el 18 de enero de 1917.

Algunos autores, superándose en su ardor clasificatorio, han llegado a etiquetar a Miguel Morayta Sagrario como «representante del ala más izquierdista del krausismo» (así María Dolores Gómez Molleda, Los reformadores de la España contemporánea, CSIC, Madrid 1966, página 186, nota 2; a quien sigue literalmente Gonzalo Díaz Díaz, Hombres y documentos de la filosofía española, CSIC, Madrid 1995, tomo V, página 657): a fuera parte la ocurrencia de considerar a Morayta como krausista, ¿desde qué confusas nieblinas puede llegar siquiera a enunciarse rótulo tan indefinido y gaseoso como el de «ala más izquierdista del krausismo»?

Ciento diez años después de su nacimiento, el 2 de octubre de 1944, el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo inició «Sumario 798-44 contra Miguel Morayta Sagrario por delito de masonería» [TERMC 11193, 15 folios], sumario que desgraciadamente tuvo que ser cerrado al año siguiente, el 20 de diciembre de 1945: «sobreseimiento definitivo por fallecimiento certificado en 1917». ¡De menuda se libró Morayta por morirse tan pronto y así eludir la justicia!
Textos de Miguel Morayta en el Proyecto Filosofía en español:

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